Y yo sí.

Esa segunda mitad me da miedo.

Me da miedo porque soy una cobarde, porque no me atrevo, porque no quiero hacerle frente a las tormentas que lleguen, porque no quiero enfrentarme al mar de contradicciones en el que me ahogo, porque no quiero verme atada, atarte, atarnos. No quiero despertarme un día y ya no querer, ni tampoco hacernos creer algo que no existe. No quiero ponernos una etiqueta y que la deconstrucción dé un paso atrás, que las etiquetas traen límites, convencionalismos pero, sobre todo, pueden hacerme dar un paso atrás y ahogarme.
Pueden hacerme venir abajo, pueden llevarse estos cinco meses, pueden traer a aquella que fui y que quiero tachar, olvidar, hacer desaparecer; pueden hacerme sentir normativa, vomitar, estallar y reducir a la nada que era antes. Me da miedo, no vértigo. 
Me da miedo mirarme en el espejo y reconocer a aquella que fui tanto tiempo, me da miedo que vuelva, que me lleve, que se quede.
Me da miedo porque Ella no te quiere.