Decisiones que están por encima de ti

Cuando uno ama a otra persona toma decisiones que lo superan, que lo cambia todo, que convierten el mundo en un maldito infierno de los pies a la cabeza, que te hacen desear no haber hablado, decisiones que destruyen castillos en el aire, decisiones que salen de tu boca a la vez que las lágrimas de tus ojos.
Pero amar a otra persona es amar por encima de todo,
quemar bosques y secar ríos, 
cruzar desiertos y tocar la luna.
Y, sobretodo, es amar a la otra persona por encima de ti.
Y tomar decisiones que te parten el alma en dos,
que te dejan en vela,
que te hacen llorar,
que te rompen,
que quizás algún día te hagan preguntarte por qué fuiste tan idiota.
Decisiones que son mejores para la otra persona y quizás para ti, sean el fin del mundo.

Puede que hoy no entiendas esto, que te sea ajeno, que lo leas sin sentirlo. Pero puede que mañana recuerdes lo que ahora te cuento.
Que pases por esas decisiones. Que digas cosas que realmente no querías decir. Que le hagas creer a la otra persona que es lo que realmente quieres. Que le mientas porque sabes que si cree tu mentira, estará mejor. Que aprietes los ojos y mires a la pared, escondiéndote bajo tu pelo, para que no vea cómo lloras. Que vayas al baño un momento y al cerrar la puerta te apoyes en ella y te deslices hasta el suelo, donde acabes en un llanto.
Entonces entenderás que has tomado esa decisión que está por encima de ti.