Pero todo esto no importa

Dijiste que el silencio no nos mataría,

que el viento no se llevaría nuestras promesas.

Juré no dejarme vencer por el miedo,

y que no me dejaría ganar.

¿Dónde está todo eso ahora?

El pasado forma parte del presente, lo que he vivido me hace ser como soy y si en ese pasado hay algo que yo creí diferente, todo se rompe en mil pedazos. Cada palabra que dije, las que tú dijiste, cada gesto que hice, los que tú hiciste, cada momento que vivimos, se convirtió en un torbellino difuso del que no supe qué sacar. 

Y ahí estábamos, en ese banco, esperando a que los minutos pasaran y alguno de los dos rompiera el silencio. Un silencio eterno, que dolía como cuchillas. 

Sentía las lágrimas al borde de los ojos e intenté hablar sin romper a llorar, pero todo intento se vio frustrado cuando vi que lo descubierto podía más que mi fuerza de voluntad.

Cada cosa que intentaba decir se atragantaba en mi garganta, la sentía seca y áspera. 

Ni siquiera eras capaz de entender por qué me sentía así, por qué estaba al borde de un barranco y me sentía perdida.

Ni siquiera entendiste por qué duele tanto que algo que idealizas se venga abajo, no entendiste que no me importaba cómo, ni quién, ni cuándo, sólo que una parte de ti no era la que yo creí.

Dijiste que yo te hago ser mejor,

que mis palabras te ayudan a no equivocarte.

Pero sólo quería que entendieras que

cada vez que cambias algo del pasado,

repercute en mi presente.

Y daña a mi corazón.

Al final las heridas vuelven a abrirse.