En Italia todo duele menos

No sé si será el viento seco y árido,
que me arrastra entre cuerpos perennes,
O si será que ya no hay agua ni flores.
Pero hacía tiempo que no paseaba sintiendo,
estas emociones de ansia en el pecho.

Me da miedo atreverme porque al fin y al cabo después de tantos inviernos hundidos entre lodo y lluvia, después de tantas sombras que van y vienen, después de dar tanto y recibir un desierto de vuelta, después de locura tras locura cada día que pasé junto a tantas cenizas de lo que siempre idealicé como eterno, después de tanto dolor y decepción, después de perderme a mí a misma ahogándome entre el tiempo que me devoraba...
Todo se redujo a miedo. Miedo a dejarme llevar, miedo a seguir sintiéndome sola y vacía. Miedo a engañarme a mí misma y a creerme estar donde jamás estaré. Miedo a caer en ese otoño que me miente y engaña, que me apasiona y frena, que me hacer caer, deshacerme y desparecer.
Ese es el problema siempre, ¿no? Nunca he dejado de inventarte.
¿Por qué va a ser esta vez diferente?