Reflejo, capítulo tres: La red

Capítulo tres: La red

Corrí con todas mis fuerzas hacia el lugar donde había escuchado el grito de Hemán. Al llegar me quedé atónita, sólo estaba él mirándome desde el suelo.

-¿Se puede saber qué demonios ha pasado? -Le grité enfurecida.

-Nada.

-Hemán he escuchado cómo gritas y ese aterrador aullido.

-No quería contártelo para que no te alarmaras pero...

-Existen los monstruos -le corté yo acabando su frase. 

Hemán me miró de una forma rara y chasqueó la lengua antes de decir sin mucha convicción:

-Sí, así es. Me atacó un monstruo y ya sabes, me defendí y...

-Mentira, no habrías salido con vida -le dije escrutando su rostro. 

-Es verdad...

Sin embargo, a pesar de mis creencias, lo dejé estar y me di la vuelta sin decir nada más. Sabía que Hemán me estaba mintiendo, pero también sabía que acabaría sabiendo la verdad.

A la mañana siguiente encontramos la salida de la cúpula. No podía creerlo, si esa puerta se abría implicaba que mi vida no tenía sentido, seríamos la burla del mundo entero.

Pero era cierto. Nada más salir noté un rayo que me hizo cerrar los ojos. Parpadeé tantas veces como necesité y abrí los ojos para admirar lo que me rodeaba. El sol era como una bola de fuego amarilla que brillaba a lo lejos y si lo miraba directamente me cegaba.

Seguidamente noté como me ardía la piel. El calor que me transmitía el sol me hizo recordar la luz artificial de la que había vivido toda la vida, de la única que creía existencia.

Escuché a los pájaros cantar y me quedé pasmada. Sólo los había escuchado una vez en mi vida, aquella en la que una pequeña bandada se había colado en las cuevas.

Era impresionante. Miré a mi alrededor y vi un bosque, sus árboles tenían las hojas verdes y pequeños insectos. Un camino de tierra marcaba los pasos que debíamos seguir para llegar a... ¿dónde? No tenía ni la más remota idea.

Giré sobre mis talones y detrás de mí la vi... la cúpula. Estaba allí encerrando a mis amigos y conocidos, a un país entero que vivía engañado.

-Michel, aquí no se acaba la aventura. Tenemos que acabar con Lady Dolor.

-¿Cómo? Si según lo que me has contado es prácticamente imposible. Además no me gusta la idea de matar a una persona... seremos como ella.

-Michel, ella debería haber muerto hace siglos. No tiene derecho a seguir viviendo, a todos nos llega la hora porque es ley de vida y ella no puede ir contra la naturaleza Y sí, es casi imposible, pero hay una parte clave en ella, su collar en forma de corazón con una piedra preciosa roja. En él está su vida eterna. Habrá que romperlo.

-¿A qué esperas? -Le dije riendo, por primera vez desde que lo conocía.

Pero mi risa acabó ahogada, a escasos pasos de nosotros se encontraba una persona que lanzó una red sobre Hemán, que cayó al suelo gritando. Divisé cómo su piel se quemaba y me abalancé sobre la red para liberarlo. Aunque cuando  lo hice una pregunta surgió de mis labios:

-¿Por qué no me quema a mí?

Por desgracia Hemán estaba prácticamente inconsciente y sus ojos habían tornado un color negro tan profundo como el carbón.

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