Y esto... ahora.

Estoy profunda, incondicional y terriblemente enamorada de ti.

A veces dudo sobre ti y sobre mí. Dudo sobre si realmente nos amamos o si no es más que un viento pasajero. Pero luego me doy cuenta de que las cosas no son iguales sin ti.

Cuando veo la lluvia caer por la ventana, que ya sabes cuánto me gusta la lluvia, y sólo pienso que en verla a tu lado.

Cuando estoy leyendo una novela y solo pienso en cuánto me gustaría estar sobre tu regazo y que compartiésemos juntos las emociones tan opuestas que sentimos. 

Porque tú lees novela negra y yo juvenil. 

Porque tu protagonista asesina a personas inocentes y el mío rompe sanguinariamente el corazón de la coprotagonista. 

Luego estás ahí cuando siento que la lluvia que veo desde la ventana hace mella en mí, que toda esa tormenta está pasando por encima mía en vez de por encima de mi tejado, que el sol ya no va a volver a salir. Cuando hago un mundo de algo que tú conviertes en simple y sencillo. 

¿Cuánto ha pasado? Días, semanas, meses, años... Y seguimos siendo los mismos. Tú eres el lector de novela negra silencioso que persigues a mis miedos y frustraciones. Yo soy la lectora voraz de fantasía que no hace más que crear mundos irreales en los que poder sentirme libre.

Yo maté al protagonista con mis miedos.

Tú salvaste a la protagonista con tu amor incondicional.

-Supongo que así me siento, profunda, incondicional y terriblemente enamorada de ti.

Hacía tiempo que no sentía la necesidad de plasmar algo en este lugar.

Hacía tiempo que no sentía esta acumulación de sentimientos que desean salir fuera de mí.