#I'm sorry darlin

-¿Qué te pasa?
+Nada.
-¿Entonces por qué no me miras?
+No me pasa nada, da igual.

Cuando dije aquellas palabras no calibré la cantidad de dolor que iba a inyectar en su piel, siquiera me paré a pensar en ellas, salieron sin más. Escondí los ojos tras la almohada para no ver lo que sabía que ocurriría. Luego el dolor azotó su cuerpo en una oleada salvaje que me llevó a pensar que no debí haber dicho aquello. 
Sólo quería pedirte que dejaras que fluyese, que parases de apresurar, que no pensaras las veinticuatro horas del día en la forma más fácil de echar a volar. Pero no supe decirlo de la forma adecuada, pues causó una reacción equívoca en ti.
Fue como lanzar una minúscula piedra al mar y que trajese un tsunami.
Con todo esto, no sólo quería pedirte disculpas (ya sabes que me es imposible rectificar, que cuando estoy enfadada soy incapaz de dejarlo a un lado), también quería confesar que me odio al decir cosas que no siento, que me odio al ver que te hago daño y que me odio aún más por no ser capaz de decirlo en alto.

A veces intentamos arreglar las cosas y sólo rasgamos una cuerda poco a poco.
No hay nada que me resulte más violento que hacernos daño.
Generalmente dejamos de tirar de ella, lo hemos aprendido.
Es tirar y tirar de la cuerda hasta que se rompe.
Lo que no quiero es que esta cuerda se desfibre tanto como para rompernos.
Sólo promete que no dejarás que eso ocurra.


+¿Sabes qué me pasaba? ¿Por qué no te miraba? Estaba llorando y no quería hacerte sentir peor, no quería sumar otro número más a la lista de veces que he llorado por ti & lo más importante, no quería que te doliese mi dolor.