¿Cabeza o corazón?

Cuando nos obsesionamos con alguien como un niño se obsesiona con un juguete, entramos en una espiral en la que no estamos seguros de por qué queremos lo que queremos. No sabemos si es por lujuria, avaricia, amor o capricho.

Así como cuando nos enamoramos y no somos capaces de sacar a esa persona de nuestra cabeza. Cuando allá donde miremos tan solo vemos su esencia, aquello que deja al pasar por nuestra vida.
Tengo una gran duda, cuando todo acaba, cuando esos sentimientos se van para siempre, cuando se rompe ese amor que idealizábamos, ¿dónde termina? ¿En nuestra cabeza o en nuestro corazón? Aquel preciso momento en el que lo que sentimos no sabemos si está aún en nuestro corazón, latiendo con fuerza, o en nuestra cabeza. Si es en este último, el amor se unirá a la obsesión. Dejando paso a un terrible sentimiento, la nostalgia. Que no nos dejará respirar sin exhalar un suspiro acompañado de una lágrima.
No sé qué es peor, quizás que quede en nuestro corazón. Porque significará que tenemos que olvidar algo que verdaderamente valorábamos, algo que dejó un gran vacío. Y si por el contrario está en nuestra cabeza tan solo habrá que dejarlo fuera, dejando que se congele, que todos los sentimientos se vayan tal y como vinieron.
El amor, tan complicado tanto en su inicio como en su final.